El martes 7 de abril según manifiesta Jorgelina Vives en un posteo de redes sociales, las fuerzas de seguridad de Mendoza se llevaban un chico de 17 años por estar pidiendo barrer una vereda por no tener que comer y lo trasladaban al E.T.I. por violación de normas penales referidas a la cuarentena.
En la oportunidad también hubo represión policial contra los vecinos y vecinas que salieron a defender al muchacho y la detención de una mujer por el mero hecho de grabar lo que estaba sucediendo.
Se conoció por los medios de difusión masivos que se encuentra pendiente de resolución la condena a un joven que salió a pedir comida y habría violado la cuarentena por ello.
Estos casos nos interpelan como sociedad, la respuesta no puede ser punitiva el estado tiene que tener redes de contención y no de represión.
Dar a cada uno lo suyo y en el caso de las personas sometidas además de la pandemia al hambre la respuesta no puede ser punitiva.
Exigimos como organismos de derechos humanos una respuesta desde lo social e inclusiva para las personas que no tienen que comer y que cuando estos casos se conozcan el Estado actúe a través de mecanismos de inclusión y de respaldo y no mediante la violencia institucional.
Albert Camus sostiene que la peste muestra lo peor y lo mejor del ser humano y los Mendocinos tenemos que sacar lo mejor, no es con represión como vamos a vencer a la pandemia.
Es con humanidad.
Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) Regional Provincia de Mendoza
8 de abril de 2020
Transcribimos el texto completo de Jorgelina Vives
Martes 7 de Abril por la tarde me encuentro en mi domicilio, cumpliendo la cuarentena porque tengo esa posibilidad: una casa donde poder aislarme frente a esta situación de pandemia.
Golpea la puerta un chico que me ofrece limpiar mi vereda por un paquete de FIDEOS O CUALQUIER COSA PARA COMER. En el momento en que se dispone a barrer, para un vehículo policial, se bajan 2 efectivos, e inmediatamente lo reducen contra el móvil, torciéndole el brazo, provocándole fuerte dolor y anulándole cualquier posibilidad de movimiento.
Mientras el chico les rogaba a gritos que dejaran de hacerle daño, los vecinos nos acercamos y también pedimos que dejaran de tratarlo de ese modo.
Sin querer identificarse, frente a las preguntas de varios, los efectivos policiales nos argumentaron que pasadas las 6 de la tarde no se podía estar en la calle y que “les había faltado el respeto” por lo que esperaban un móvil de traslado. Sin parecer importar mucho que un ciudadano, menor de edad (17 años) TENGA HAMBRE, no habían palabras que sirvieran como argumento, de parte de quienes reclamábamos y en ningún momento dejaron de inmovilizar al joven, e hicieron oídos sordos a una vecina que les señaló haber visto absolutamente todo desde su casa, porque tenía su puerta abierta y que en ningún momento el joven los había ofendido.
Con el correr de los minutos más vecinos se acercaron a reclamar y a registrar con sus teléfonos lo que estaba sucediendo y por respuesta recibimos amenazas de “terminar en problemas”.
En muy corto tiempo, 7 móviles, SIETE! aparecieron simultáneamente, del que bajaron efectivos con arma en mano algunos, y de civil y en vehículos no identificados otros, y sin mediar palabra, redujeron esta vez contra el baúl de otro de los móviles y le patearon las piernas, a una chica que había expresado su repudio frente al abuso policial del que estábamos siendo testigos y que se disponía a volver a su casa ubicada enfrente, a escasos metros, porque a esa altura el clima ya estaba muy enrarecido.
Entre gritos y muchísimo nerviosismo, la vecina que vive pegado a mi casa, salió por los ruidos que escuchó y mientras registraba con su teléfono, una policía mujer le sustrae violentamente el dispositivo que recién le vinieron a devolver en la comisaría y sin las grabaciones de video que había podido capturar. Si! la subieron a un móvil y la llevaron detenida también: descalza, sin darle explicaciones y sin importar el reclamo de su padre -que mediante forcejeo fue tumbado al suelo por parte de un oficial que portaba una itaka en su mano- y que les demandaba que no se llevaran a su hija y que la hija de ésta, su nieta, menor de edad, se encontraba sola en la casa.
El resto es indignación, dolor y bronca ante tanta impunidad y abuso policial. A través de llamados telefónicos y mensajes en red nos fuimos enterando en qué condiciones de detención se encontraban y en qué comisaría. Vale decir que los efectivos policiales habían advertido que si los seguían harían imputaciones por violar el aislamiento y que mientras la trasladaban, le comunicaron que el motivo de la detención se debía por ser “picuda”.
Pasada la medianoche la liberaron, bajo la causa que deberá afrontar, de haber ofendido, injuriado, insultado o no se qué a un funcionario público. Quienes fuimos testigo del brutal abuso podemos dar testimonio que esto es una absoluta mentira. Mientras tanto, al chico lo trasladaron al “Eti” por encontrarse en situación de calle y con la imputación por violación de la cuarentena. Parece joda.
Dónde carajos se aisla alguien frente a la pandemia que no tiene un techo, ni mucho menos dónde, ni qué comer?
Dolor y bronca...
Jorgelina Vives DNI: 25.443.074