El pasado martes 6 de marzo se realizó en la Legislatura porteña una Audiencia Pública con la propuesta de cambiar el nombre de la Estación "Callao" de Subte por la de "Maestro Alfredo Bravo".
En representación de la APDH habló Guillermo Torremare, Secretario de Asuntos Jurídicos y miembro de la Mesa Directiva.
En nombre de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos venimos a apoyar la propuesta de nombrar Maestro Alfredo Bravo a la estación Callao de la línea B de Subterráneos, precisamente la estación más cercana a nuestra institución.
Quienes conocimos a Bravo sabemos que en su persona contenía multitudes, y por eso es que se lo puede rememorar en sus distintas facetas y desde diferentes lugares. Seguramente eso quedará expresado en las voces que se pronuncien en esta audiencia pública.
Nosotros queremos hablar del Alfredo Bravo de los derechos humanos, campo en el cual fue un lúcido, destacado e inusual precursor.
Alfredo Bravo fue un precursor cuando, junto a otras personas que tenían ideas políticas y religiosas distintas a las suyas fundó nuestra Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Lo hizo en 1975, año de tiempos sin duda muy difíciles pero en los que no se podía prever la magnitud de la tragedia que nos asolaría. Bravo sabía que la etapa histórica que vendría exigiría contar con una organización de derechos humanos democrática, plural y militante, y tuvo razón.
Alfredo Bravo fue un precursor cuando, en 1992 y siendo diputado nacional por el Partido Socialista Democrático, presentó el primer proyecto de ley de matrimonio igualitario. En aquel tiempo aquello parecía un verdadero desatino pero 17 años después, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, fue una realidad que terminó con una discriminación injusta y arbitraria.
Alfredo Bravo fue un precursor cuando, en 1995, propuso la creación del ingreso ciudadano a la niñez, tema luego retomado por el Frente Nacional contra la Pobreza y la Central de Trabajadores Argentinos, convertido en realidad con el nombre de Asignación Universal por Hijo en 2008 por decreto presidencial.
Alfredo Bravo fue un precursor cuando, en 1997, propuso –junto a otros diputados y diputadas, veo acá a Jorge Rivas que también firmó la iniciativa- el primer proyecto de nulidad de las leyes de punto final y obediencia debida. En aquel tiempo aquello también parecía un desatino pero solo seis años después, bajo la presidencia de Néstor Kirchner, fue una realidad que posibilitó el fin de la impunidad para los más importantes genocidas argentinos.
Alfredo Bravo fue un precursor cuando, en 1999, pidió a la Cámara que integraba que no acepte el ingreso del genocida Antonio Domingo Bussi, electo diputado nacional en la provincia de Tucumán. Nunca el parlamento argentino había votado una iniciativa así pero, con la audacia y la convicción que lo caracterizaba, Bravo convenció a todos y todas sus colegas, con la solitaria excepción del hijo del represor impugnado. En aquella ocasión cerró su discurso diciendo “En nombre de la Justicia universal, del ‘Nunca Más’ y de los 30 mil desaparecidos, y de la propia dignidad de esta Cámara les pido que rechacen el diploma” Y así se hizo. Y esto luego fue un antecedente para que felizmente ocurriera lo mismo con el policía torturador Luis Abelardo Patti.
Otras iniciativas de Alfredo Bravo no tuvieron la misma suerte. Su lucha para que el poder político aceptara el demostrado carácter fraudulento de la deuda externa argentina –tema en el que también están involucrados los derechos humanos- no tuvo el acompañamiento merecido. Fracasos como este agigantan su figura.
Por estas razones –y por muchas otras que se irán desgranando en esta audiencia pública- tenemos la convicción de que la sociedad es deudora de Alfredo Bravo y que por ello mismo es muy justo que se homenajeé su memoria. Está feliz iniciativa es una buena forma de hacerlo y desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos la apoyamos con entusiasmo y gratitud.
Guillermo Torremare
Secretario de Asuntos Jurídicos
Asamblea Permanente por los Derechos Humanos