…la vida no es de nadie, todos somos
la vida —pan de sol para los otros,
los otros todos que nosotros somos—…
la vida —pan de sol para los otros,
los otros todos que nosotros somos—…
Octavio Paz
Esquel. Es 20 de mayo y son dos los meses de aislamiento social, preventivo y obligatorio. Dos meses de una comunidad sumida en la incertidumbre de una pandemia inédita, que se adapta a un encierro necesario y abrumador, que lo hace sin changas, sin salarios, sin comercio y cercada por protocolos autoritarios, por comunicaciones contradictorias y por carencias múltiples que, como siempre, hacen foco con profundidad en los sectores más desfavorecidos.
En este contexto y hace dos días sesionó el Concejo Deliberante local. Necesidades y urgencias aparte, el órgano legislativo aprobó una Declaración para rechazar el otorgamiento de prisiones domiciliarias en el contexto de la pandemia y una Ordenanza que establece como infracción la ocupación de tierras fiscales municipales.
Nos proponemos, como organismo de Derechos Humanos, analizar estas acciones del HCD. Lo hacemos desde una perspectiva histórica y humanística y, también, con el imprescindible encuadre que nos impone el actual estado de excepción.
APDH Argentina realizó oportunamente un pronunciamiento en relación con la situación carcelaria, la pandemia y las prisiones domiciliarias, con un posicionamiento totalmente opuesto a la Declaración emitida por el Concejo Deliberante de Esquel, que nuestra Regional obviamente suscribe. Además, en conocimiento de que las Resoluciones de los Tribunales Superiores no contemplan la posibilidad de prisiones domiciliarias para delitos graves, entendemos que la Declaración aprobada es un acto político que responde a construcciones mediáticas y a sectores reaccionarios alejados, por un lado, de la realidad que se vive en los lugares de encierro y por otro, de la verdadera dimensión que las recomendaciones internacionales para actuar en los contextos de privación de la libertad en medio de la pandemia han alcanzado en nuestro país, la región y particularmente nuestra ciudad.
En cuanto a la Ordenanza sobre Ocupaciones ilegales de tierras fiscales debemos señalar de manera inequívoca el espíritu autoritario de la norma. Ello es así por la peligrosidad en la tipificación del delito de infracción que hace (el que se amplía a cuestiones que no se circunscriben estrictamente a la ocupación de tierras) y por la superposición de su articulado con normas civiles y penales ya establecidas o que son de incumbencia del Poder Judicial entre otros aspectos.
La Ordenanza, que pareciera según su título regular sobre ocupación ilegal de tierras fiscales, avanza además sobre otros temas y pretende ordenar la vida de las personas, casi con carácter monárquico. Incluye en su articulado - por ejemplo- regulaciones sobre la responsabilidad de quienes tienen menores e incapaces a su cargo o propone intervenciones que por ley están reservadas a los privados. Estos peligrosos enmascaramientos se suman a la falta de políticas habitacionales activas que deben tener como prioridad el derecho a la vivienda.
Los aspectos legales tanto de la Declaración como de la Ordenanza recientemente aprobadas por el HCD de Esquel están en estudio. Urge sin embargo, poner en evidencia que la Declaración asume cosas que no existen y que la Ordenanza, que pretende legislar más allá del Derecho Municipal, hace caso omiso del pedido de Banca del Vecino para declarar la emergencia habitacional que duerme en los cajones del Concejo desde hace años.
Lo que se manifiesta de manera palmaria en ambas resoluciones legislativas es el sistema de crueldad que les sirve como sustento y que recae, siempre e inevitablemente, sobre los cuerpos y los territorios populares como lo hemos señalado en otras ocasiones. Se construye desde el entramado institucional un nuevo sentido común sustentado en el miedo que genera la pandemia del covid -19 y que fortalece el individualismo y la competencia y así las ordenanzas giran en torno a la construcción de un estado “vigilador” de nuevo tipo.
Al encuadre ideológico del cuerpo legislativo para leer la realidad, se contrapone el sencillo y poderoso encuentro de voluntades de trabajadores que no cobran y cuidan la salud de todxs, de educadorxs que abrazan a niñxs y jóvenes a través de clases virtuales y tampoco cobran, de vecinxs –muchxs de ellxs desocupadxs- que colaboran con comedores populares. Hablamos de la red de solidaridad que teje la gente con hilos que el Concejo Deliberante menosprecia cuando aboga por representar lo peor de los seres humanos.
Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Regional Esquel