Declaración por el estado de los juicios de lesa humanidad

Los juicios por el accionar genocida en nuestro país no hablan del pasado sino de un presente injusto y un futuro que merece más.

No solamente porque muchos de los delitos cometidos por los represores estatales en forma clandestina son delitos permanentes que aun hoy se siguen cometiendo, como la desaparición forzada de personas y la supresión y sustitución de identidad sino porque la mecánica de aquellos delitos reorganizó de tal manera la realidad jurídica, política, económica y, cultural de nuestra sociedad que aún hoy sufrimos sus consecuencias directas.

Vale decir, al solo modo de ejemplo: las fuerzas de seguridad no fueron democratizadas nunca en forma seria y consecuente, por lo cual las prácticas directamente heredadas del accionar genocida las sufrimos hoy día.

Se reiteran mecánicas aprendidas y aprehendidas durante la última dictadura en forma sistemática en la actualidad, con las consecuencias que esto conlleva para la calidad institucional y democrática de nuestro tiempo.

Si no se trabaja por desandar hasta la última de las impunidades respecto de los delitos más graves del ordenamiento jurídico todo, consagradas en nuestro país por décadas, mal podemos pensar en mejorar la situación socio política actual. La construcción de sociedades con verdaderos cimientos de barro impiden siquiera imaginar un futuro más justo.

Los responsables civiles que ayer daban las órdenes hoy echan mano a la represión para profundizar políticas económicas de exclusión.

Somos optimistas, porque el pueblo tiene memoria y no parte de cero al embanderarse con nuevas luchas y reclamos colectivos, pero no debemos desatender las similitudes hijas de aquella represión como política de estado con algunas prácticas sistémicas que hoy se reeditan.

NO OLVIDAMOS los delitos del estado terrorista.

NO PERDONAMOS a quienes los perpetraron, quienes de beneficiaron con ellos y trabajaron por su impunidad.

NO NOS RECONCILIAMOS con genocidas y sus adláteres a la sombra de un estado bobo que garantizó su impunidad y que hoy se perpetúa profundizando políticas económicas de hambre al comando de los mismos grupos económicos concentrados.